La Orinoquía Colombiana y los Nuevos Inversionistas de la Agroindustria


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Colombia:
EL REY DE LA SOYA MIRA A LAS CORDILLERAS. DE LA PAMPA A LA ALTILLANURA
 
 14 Abr 2012 - 5:57 pm
Por: David Mayorga / Enviado especial, Cartagena
Gustavo Grobocopatel se ha vuelto un visitante constante del país. Su interés por consolidar un proyecto productivo lo ha convertido en uno de los empresarios estratégicos para el Gobierno.
 
El primer viaje a Colombia de Gustavo Grobocopatel, CEO del Grupo Los Grobo, tuvo lugar hace tres años, producto de una invitación presidencial. / David Campuzano - El Espectador El primer viaje a Colombia de Gustavo Grobocopatel, CEO del Grupo Los Grobo, tuvo lugar hace tres años, producto de una invitación presidencial. / David Campuzano - El Espectador
 
La sonrisa no se desdibuja de su rostro; antes, se acentúa más. Es tranquilo, pausado al hablar. Prefiere los jugos de fruta a los extractos de la pulpa, y suele bebérselos con avidez. Aún más si se encuentra bajo el influjo del clima de una ciudad como Cartagena. Es, sencillamente, Gustavo Grobocopatel, el rey argentino de la soya, el empresario que el gobierno colombiano espera le dé el impulso agrícola a la altillanura y la Orinoquia.
 
Se trata del área estratégica de 4,5 millones de hectáreas que varios sectores (Ejecutivo, gremios, empresarios, etc.) esperan se convierta en la nueva despensa de alimentos del país. Comprende principalmente a los departamentos de Casanare, Meta y Vichada, y allí podrían desarrollarse tanto la ganadería como cultivos entre los que se encuentran la caña de azúcar, el caucho y la palma africana.
 
También el maíz y la soya, la especialidad de Los Grobo Agropecuaria S.A., la empresa que ha convertido a Grobocopatel en uno de los empresarios agrícolas más importantes del continente. El emporio, que tiene propiedad sobre más de 150.000 hectáreas de tierra en Argentina, Uruguay y Brasil (el centro de su operación; es responsable del 45% de sus ganancias), en 2011 facturó más de US$1.200 millones y en el corto plazo planea expandirse a Bolivia, Paraguay y, sobre todo, Colombia.
 
“Son los nuevos lugares para el desarrollo de la agricultura. Tienen fundamentos muy positivos, relacionados con la transformación institucional, con producir más alimentos para dejar de importar”, comenta. De hecho, ha visitado dos veces a Colombia, invitado primero por el expresidente Álvaro Uribe y ahora por su sucesor, quien, además, le propuso hablar en la Cumbre Empresarial de las Américas sobre cómo el sector privado puede ayudar al desarrollo social.
 
Una relación que es tan amena que hace bromear al empresario argentino sobre su intensidad: “Estamos empezando a ponernos de novios”.
 
LA APUESTA
 
En sus visitas a la altillanura y Orinoquia colombianas, Grobocopatel ha identificado varias inversiones urgentes: “Se necesitan carreteras, pero sobre todo oleoductos, porque en esa zona se está extrayendo petróleo y el tráfico de camiones es imposible. No se puede transportar granos ni generar condiciones de una buena calidad de vida con esa cantidad de tráfico”.
 
No es lo único por mejorar. El país necesita de puertos fluviales estratégicos si quiere revertir una balanza comercial deficitaria por las abultadas importaciones de granos. El objetivo es recuperar el mercado venezolano y convertir a los ríos en la vía preferida para descargar semillas y embarcar granos.
 
Pero ante todo, se necesita crear lo que este ingeniero de 49 años denomina ‘ecosistema de negocio’: “Hay que generar servicios públicos básicos, como la salud, la educación, la vivienda. Es decir, todo lo que facilite el asentamiento de gente calificada en ese lugar”.
 
En este momento, Grobocopatel aún estudia su apuesta. Sabe que más allá del dinero se necesita del compromiso del Estado, de la creación de medidas favorables a la inversión como subsidios y exenciones. Porque el otro elemento, el del talento colombiano, lo conoce muy de cerca, de sus clases del posgrado de Agronegocios y Alimentos de la Universidad de Buenos Aires.
 
Aunque su calendario dicta que lo inmediato es el Cono Sur, en el mediano plazo le dice que tiene que explorar más al norte de América Latina: “Los empresarios del mundo están mirando a Colombia cada vez más, y el problema de la seguridad es algo que tiende a resolverse. Nuestra empresa puede agregarle mucho valor a Colombia, pues no nos dedicamos a transferir tecnología sino que creamos cultura, creamos ecosistemas de negocio”.
 
RAZONES DE UNA EXPANSIÓN
 
Las disputas con su gobierno por la intención de gravar las exportaciones de soya, el principal producto comercial del campo argentino, llevaron al Grupo Los Grobo a buscar nuevos aires. La elección obvia fue Brasil, país que comenzó a consolidar su poderío continental tras la crisis financiera de 2008.
 
La aventura en el gigante suramericano comenzó ese año, de la mano del empresario Paulo Fachim, con quien montó una operación de 400 empleados que comercializó 800.000 toneladas de granos en su primer año y facturó US$350 millones.
 
Actualmente, la filial es responsable por el 45% de los ingresos del grupo (alrededor de US$540 millones).
 
LOS OTROS PLANES
 
A la par que el Grupo Los Grobo explora nuevas fuentes de inversión en América Latina, también estudia alternativas para realizar negocios con Rusia. Uno de sus principales clientes agrarios podría convertirse ahora en comprador de maquinaria argentina para fortalecer su producción alimentaria. Pero el conglomerado argentino piensa embarcar mucho más que tornillos y metalmecánica: la operación incluiría desde las materias primas orgánicas para cultivar granos hasta consultorías.
 
Grobocopatel tampoco descarta convertir a su grupo en un imán de la inversión extranjera. “Podemos hacer que otros inviertan en Argentina y que nosotros comencemos a invertir en otros lados”, le dijo al portal Perfil.com.

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